“¿Humor
en clase? Pero bueno, ¡hemos perdido el juicio! ¡La enseñanza es algo serio,
por favor!”
Queridas lectoras y lectores:
aquellos que se sientan identificados con la anterior frase tienen dos
opciones: dejar de malgastar su preciado tiempo leyendo estas humildes líneas,
o bien quedarse hasta el final (para enfurecerse más todavía o para intentar
que una servidora logre hacerles cambiar de opinión, nunca se sabe). Sin más
dilación, ¡empecemos!
Antes de nada, os propongo un
pequeño ejercicio de memoria (será fácil, lo prometo). Estoy segura que muchos
de vosotros recordaréis con cierta nostalgia aquellas clases de Filosofía o
Historia, en el instituto o en la universidad, en las que la profesora, viendo
que más que motivar vuestro aprendizaje estaba motivando la llegada de Morfeo
al aula, incluía en sus explicaciones ciertos tintes humorísticos (mejores o
peores, no nos vayamos a convertir ahora en el jurado del Club de la Comedia)
que hacían que vuestro grado de atención se disparase y que, sin vosotros
quererlo, recordaseis ese contenido por los siglos de los siglos (incluso sin
haberlo estudiado para luego realizar la milenaria técnica estudiantil de
“chapo > vomito > olvido”). Al menos yo lo recuerdo así, al igual que
recuerdo la felicidad que nos invadía a mí y a mis compañeros cada vez que la
clase de francés se convertía en cualquier tienda de los Campos Elíseos, haciéndonos
sentir parisinos durante una hora. “Yo quiero ser así cuando sea profesora”.
Eso fue lo que pensé por aquel entonces y hoy, a escasos metros de mi meta
profesional, no se me ocurre mejor “Base para el aprendizaje de lenguas” que el
humor. He querido sumergirme de manera más o menos profesional en el tema, con
el fin de concienciar al respecto vuestras pequeñas mentes de futuros docentes.
No malinterpretéis mi postura.
Comparto con mis detractores la idea de que la enseñanza es algo serio, pues el
fin último de la educación, como ya sabréis, es favorecer el desarrollo
integral del alumnado. ¿Hay algo más serio que eso? Una cosa así no podría ser
tomada a la ligera, pero pienso que la seriedad que comporta la educación no
significa que tenga que ser aburrida, rígida o, si lo preferís en términos
coloquiales, “un maldito coñazo”. No solo para nuestro alumnado, sino también
para nosotros. Por eso, os presento a continuación todas las ventajas que tiene
el empleo del humor en el campo de la enseñanza, ya sea de lenguas o bien de
cualquier otra disciplina.
En este punto, perdonadme si
me alejo de lo meramente divulgativo, me gustaría apoyar mis justificaciones en
expertos, en gente que sabe y que con palabras menos coloquiales que las mías,
vienen a señalar las siguientes funciones que tiene el humor (Barrio y
Fernández Solís, 2010):
- Función motivadora: con esta función ya os he ganado, lo sé. Porque todo futuro docente se pregunta por las noches, “¿Cómo lograré motivar a mi alumnado? ¿Qué hacer para que se impliquen en su proceso de aprendizaje?” Si bien hemos de decir que el humor no es una fórmula mágica que todo lo puede, sí es cierto que ayuda a despertar el interés y atención, no solo del alumnado sino también la vuestra propia. Ser docente es un trabajo, sí, pero no por ello tiene que ser una pesada carga. Pensadlo.
- Función de amistad: no solo se crea un vínculo entre el alumnado del grupo sino que también se logra una buena relación del docente con el grupo, lo que influye notablemente en el clima positivo del aula.
- Función de distensión: en todas las aulas pueden darse momentos de tensión (Fulanito no ha traído el material, una vez más Menganito llega tarde…). Con el humor se pretende reducir o minimizar las situaciones conflictivas del aula. A parte, el aprendizaje de segundas lenguas siempre implica un riesgo para el estudiante (sí, ese miedo atroz que todos hemos pasado en clase de francés al no pronunciar la dichosa “u”). En definitiva, miedo al error. En este caso, el humor nos ayuda a hacer ver al alumnado que el error es parte de su proceso de aprendizaje, que no está mal, que es algo normal, porque ya lo decían los antiguos: Errare humanum est. Esto va dedicado a la larga lista de profesores que han pasado por nuestras vidas, humillándonos sin corazón ante un error.
- Función de diversión: es evidente que el resultado del humor es la risa y eso divierte a todos los agentes implicados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
- Función intelectual y creativa: pues se potencia la originalidad, la imaginación y la creatividad, al mismo tiempo que el proceso de memorización. Sacaos de la cabeza la idea de “es que el humor es algo innato”. No. Todo se puede aprender y desarrollar.
- Función pedagógica: las nuevas perspectivas pedagógicas abogan por una relación de no dominación del profesorado hacia el alumnado. Por medio del humor se incrementa la buena relación entre ambos, siendo por lo tanto una relación por igual.
- Función agresiva y defensiva: Evidentemente no todo va a ser de color de rosa. Un mal uso del humor, es decir, el que agrede a un individuo, puede pasarnos factura. Es por ello que muchos expertos nos dicen que debemos evitar el sarcasmo o la ironía (¡con lo mucho que le gusta a una servidora…!) Sin embargo, viendo todos los aspectos positivos que tiene, creo que será rentable dejarla, por esta vez, fuera del aula.
Ahora
es cuando estaréis pensando: “Vale, muy bien, ¿pero cómo puedo plasmar todo
esto mi clase?” Nos os preocupéis, aquí estoy yo para sacaros de toda duda. En
primer lugar he de decir que, aunque esto sirve para todas las áreas o
disciplinas, sí que es cierto que el empleo del humor se hace más propicio en
la enseñanza de lenguas extranjeras, así que he decidido, azarosamente y por
casualidad, mostraros la aplicación del humor en clase de francés como lengua
extranjera. (Sí, cada uno barre para su casa, lo reconozco).
El
rol del humor en un aula de FLE aparece en varios niveles que os iré desmenuzando
a continuación:
- En las relaciones de la clase: entendiendo el humor como hecho social, este crea lazos entre los individuos del aula (entre el alumnado y del alumnado con el docente). Así pues, por medio de juegos de rol, gesticulación o exageración (cuando estamos trabajando, por ejemplo, aspectos fonéticos) por parte del docente participa en la creación de un buen clima de trabajo en el aula, estimulando así el aprendizaje del alumnado.
- En los documentos de trabajo: como ya he dicho, las clases de lenguas extranjeras dan mucho juego a la hora de incluir materiales humorísticos en nuestras clases (suerte la nuestra). Podemos optar por viñetas, vídeos e incluso chistes, entendiendo en este caso el humor como parte de la cultura de la lengua de estudio por lo que adoptaríamos una perspectiva intercultural. El humor cambia dependiendo de la sociedad, civilización y época en la que se da, por lo que el alumnado se acercaría a la cultura francesa aprendiendo que, por ejemplo, los franceses tienen cierta predilección por los juegos de palabras.
- En el propio proceso de aprendizaje: se podrá estar más o menos de acuerdo, pero a estas alturas nadie podrá negar las virtudes del humor o la risa en la psicología humana, pues nos relaja al mismo tiempo que incrementa nuestra vitalidad. Esto se traduce en el aula de FLE con una mayor participación, la estimulación de la memoria (jamás olvidaré que como pronunciar y escribir el nombre del filósofo Freud gracias a una broma que el profesor de filosofía hizo al respecto), así como también incrementa la originalidad, espontaneidad y creatividad de los alumnos.
Aunque
os he presentado esto de una manera bastante idílica y utópica, debéis saber
que hay, aunque no lo parezca, algunos obstáculos a la hora de emplear el humor
en la enseñanza. A lo largo de mi ardua investigación por y para vosotros, he
sabido que este tema, lejos de estar bastante “machacado” y trabajado por los
estudiosos, está más bien dejado de lado. Sí, sé lo que estáis pensando… ¡¿POR
QUÉ?! De buenas a primeras, porque el tema del humor es bastante subjetivo. Y
en segundo lugar porque sigue sin llevarse realmente a la práctica porque, como
todo en la vida, implica un riesgo. Muchos creen que este afán por ser “la
profe enrollada” haría que estuviese predestinada al más puro fracaso,
perdiendo el control de la clase. Otros, humildes, piensan que eso del humor no
es lo suyo, que no tienen gracia. No olvidemos, por favor, que ser gracioso no
implica ser un payaso de circo. Por otro lado también hay opiniones del tipo “Claro,
es que tú en tu clase de francés puedes hacer esas cosas, pero yo explico matemáticas
y biología. Mis asignaturas son realmente serias, no hay nada gracioso en ellas”.
Si lo buscas, te prometo que lo encuentras. Y, ya para finalizar, y este si que
es un tema que a mi también me preocuparía, es el miedo por ofender a alguien tratando
temas controvertidos. Pero tranquilos, también existe, según los estudiosos del
tema, una fórmula infalible para esquivar esta posible ofensa: evitar ironía y
sarcasmo (el humor negativo, vamos), y no tratar una serie de temas catalogados
como eso, controvertidos: raza, religión, obscenidad o política.
Estaréis
contentos… os he dado las claves del éxito docente. A modo ya de conclusión,
que tampoco quiero escribir una tesis doctoral sobre el asunto, repasemos cuales
son los motivos principales, bajo mi humilde opinión, para incluir el humor en
la enseñanza de lenguas extranjeras:
Solo espero haber abierto un nuevo camino para
vuestra “autoconfiguración” como docentes. Emplead el humor, haced de vuestra
clase un lugar de trabajo en el que reine la felicidad. ¡Dejad las caras largas
de profesor descontento para el amargo recuerdo de vuestra infancia y
adolescencia y que los que vienen detrás no lo hagan suyo también!
Si queréis adentraros en el tema y esto os ha
sabido a poco, os dejo aquí el material al que yo he recurrido:
Alonso Abal M. et Moreno Santiago, P. (2013). El humor en el aula de ELE: una propuesta didáctica. Actas del IV Taller «ELE e
interculturalidad» del Instituto Cervantes de Orán. 16 de marzo 2013. Centro
Virtual Cervantes. Recuperado de:
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/publicaciones_centros/PDF/oran_2013/21_alonso-moreno.pdf
Pradeilles, S. (s.d).
L’humour dans la classe de Français Langue Étrangère. Recuperado de : http://asl.univ-montp3.fr/UE11/humour.pdf
Rivero González, F.M. (2011). El uso del humor en la enseñanza: una visión del profesorado de ELE. Universidad de Jaén. Recuperado en: http://www.mecd.gob.es/redele/Biblioteca-Virtual/2012/memoria_Master/FranciscoManuelRivero.html
Eva Comesaña Acuña
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